sábado, 15 de noviembre de 2014

La sombra siempre la acompañaría; su maestra.




"Supo que todo lo que alguna vez imaginó, era cierto. Que con la mirada despierta el cielo era mas azul y el viento tibio. Tras caminar por tanto tiempo por el bosque tenebroso, se dio cuenta que el cansancio fue necesario para poder cerra los rojos, esos ojos del mundo que nada ven y abrir mas tarde los verdaderos. Sintió frío, era como si se descongelara. Su corazón se entibió. Dejó las mochilas que traía consigo sobre el césped húmedo por el rocío, y con ellas dejó todos los condicionamientos detrás. También dejó las máscaras que por tanto tiempo había usado. Y le dio miedo, porque estaba desnuda, no tenía apoyos; en ese bosque el sol se filtraba por entre los grandes arboles. Tras tantos minutos de silencio, un ruido la distrajo de los pensamientos. Se dio vuelta instintivamente, pero allí no había nadie mas que ella. Al mirar mejor, notó que su sombra era mas grande. La miró, se miró. Pensó que había sido la causante de tantos sufrimientos, sin embargo luego entendió que gracias a ella emprendió la búsqueda de si misma. La sombra siempre la acompañaría; su maestra. Le sonrió, la aceptó. Caminaron juntas el resto del trayecto, era hora de volver a casa. Aquella mujer se sentía con alas. Aquella mujer no volvió a ser la misma. Caería y se levantaría muchas veces mas, porque de eso se trata la vida. Saber caminar por esta tierra y también saber volar cuando es necesario"
-Natalia Lewitan-
*Imagen: Katerina Plotnikova Photography —